Siempre he creído en eso de que el voto es secreto y que no es bueno persuadir- así sea desde un escrito de opinión- a los demás para que elijan un candidato. Por eso antes de las encuestas no quise revelar que mi voto fue por Gustavo Petro en la consulta amarilla.
Y lo fue no por aquella justificación de que Gaviria era un viejo que debía ya jubilarse de la política, sino por su radicalismo al que las huestes petristas se oponían proponiendo una gran alianza democrática en pro de grandes cambios contra el camino dictatorial del uribismo.
Voté por el ex militante del M-19 pensando en perder y en que las maquinarias existentes en el Polo harían sucumbir su aspiración presidencial y me llevarían a buscar otro referente político de cara a mayo de 2010. Pero la sorpresa llegó y Gustavo fue ungido como candidato presidencial (aunque de un Polo burocrático). Aquí la premisa esa de que importa más la persona que el partido si es válida, aunque no necesariamente saludable.
Como un arrimado está Petro, en un Polo de mayorías radicales y con sed de poder. No hay forma de que su partido, sorprendido en la dirigencia con el inesperado triunfo de su rebelde miembro, logra por ahora una unidad necesaria para convertirse en opción de poder.
No hay humo blanco para el apoyo al acuerdo interpartidista para “acordar el futuro” que proponer Petro. Su idea sufre de problemas internos, ideológicos de ego y de acuerdos.
Su primer problema es interno y es el atolladero del que debe salir primero. La clientelista facción polista quiere llegar ‘pura’ a la primera vuelta presidencial, valiéndose de radicalismos y de defensa de sus planteamientos. La idea de Petro es ambiciosa, difícil de alcanzar, pero saludable para la democracia, pues la aplanadora uribista dejaría aplastados a los pequeños egos y terquedades políticas que se oponen al proyecto de reelección.
Gustavo Petro está dispuesto a volver a ser precandidato, a entregar su candidatura y “a cargarle la maleta” a quien gane en esa consulta soñada (Polo, Liberales y Opción Centro). Pero ya hay más problemas en el camino. Hay roces ideológicos, pues en esta fiesta de la democracia, en este plan izquierdo-centrista, se metió Vargas Lleras; pero para girar de su derecha, sino con el cerrado interés de que su casa roja se adhiera a él y sumar votos.
Es irracional que Pardo guíe a los liberales hacia Vargas Lleras (uribista no reeleccionista, pero comparte todas las tesis del gobierno) sólo por una afinidad entre ambos, cuando la gran mayoría de ese partido ha hecho abierta oposición a los actos presidenciales de los últimos años.
Muy seguramente César Gaviria estará apoyando esto en busca también de más votos, pero sería más coherente a sus acciones aceptar la invitación de Petro, aunque sigue siendo difícil, pues la corriente socialdemocráta fue la que perdió en la consulta roja.
En otra tribuna del ruedo político están los 3 tenores, quienes ya aterrizaron su proyecto al Partido Verde Opción Centro (¡qué buena noticia!) pero quizá por eso adquirieron cierta soberbia y ego y no quieren realizar alianzas. Así como Sergio Fajardo se alejó de cualquier opción de alianzas y no aceptó ser precandidato cuando ya es candidato, él si no quiere cargarle la maleta a nadie.
Así que la idea de Petro sigue en veremos, los individualismos de una oposición (o alternativa política, como quiera llamarse) que tiene buenas propuestas se enfrentan a la misma visión de país que por 7 años nos ha ofrecido un uribismo fuerte y consolidado, aprovechándose de todo el aparato estatal.
No sé si Petro vaya a ser presidente, ni digo que voy a votar por él en mayo, no lo sé (además insisto que no me gusta sugerirlo); de lo único que estoy seguro es que es necesario que Lucho, Pardo, Mockus, Peñalosa y Fajardo acepten la invitación de Gustavo y que el que dice ser su partido, el Polo, comprenda que la iniciativa de su candidato es la mejor, en contra de radicalismos y en busca de ser gobierno.
BROCHE: Estoy seguro que el 94% de los que NO votaron en las consultas, NO son Uribistas. Cada vez son y serán menos los que tienen la venda.