lunes, 11 de mayo de 2009

OPINIÓN//EL ODIO A LOS PERIODISTAS


Dos siglos antes, Thomas Jefferson, quien redactara la Declaración de Independencia de un país que le ha traído tantas desgracias al mundo, sentenció con una frase histórica la importancia de la prensa en el Estado. Aseguró que “prefería un país con prensa y sin gobierno, y no con gobierno y sin prensa".

Esa última condición tan ansiada por cuanto presidente caudillista y con ínfulas de dictador existe en nuestras ‘democracias’. Necesaria para Chávez; quien ya cerró un canal y va por el otro, tan usada por Evo; al no soportar la férrea oposición de La Razón de Bolivia y tan necesaria para Correa; cuando se ha tenido que enfrentar a las duras cuestiones que le hace el diario español El País, eso sí con intereses muy conocidos: la expansión de Prisa.

Pero en Colombia eso no existe o no quieren que exista. Si bien es contraproducente una prensa dañina y opositora sin razón; es necesaria la crítica y el pluralismo, diferente al paradigma gobernante, para construir una verdadera opinión pública. Semana, Noticias Uno y El Espectador, son los únicos medios que, siendo aparentemente independientes a filiaciones políticas, logran ejercer una responsable oposición periodística al gobierno Uribe.    

Aún así, la oposición periodística no cala y son más los que siguen viendo y oyendo a Vicky Dávila haciéndole barata coquetería al presidente y su círculo cercano, o viendo cómo Edulfo Peña y Jose Obdulio Gaviria se toman el tinto de Citytv, hablando del ‘buen gobierno de Uribe’ y de que no hay alguien que le dé la talla a un ‘líder’ como el jinete paisa.

El führer ‘Urimori’ dice que no lee, ni escucha, ni ve medios colombianos; pero desde su no merecida residencia, cómo detestara a Daniel Coronell, Vladdo, Felipe Zuleta, Antonio Morales, María Jimena Duzán, Hollman Morris y otros pocos que sí se atreven a cuestionarlo. Claro, él ni los escucha, ni les concede entrevistas, sólo los odia. Porque él sólo se deja entrevistar de los que le conviene que lo entrevisten, con cuestionario concertado previamente.

Por eso, cuán emocionante fue volverlo en entrevista en el episodio de “¿Reelección? Otra pregunta, amigo” cuando el periodista de BBC Mundo Julián Miglierini, le soltó la “pregunta que no podía evitar hacerle”.

“¿Quiere ser presidente de Colombia 4 años más?”. Tan repetitiva, tan redundante, pero tan necesaria pregunta. Y ahí estaba, sin la Vicky que le coqueteara, sin la Gurisatti que se riera con él, sin los Santos (los periodistas, claro está) quienes jamás lo hubieran puesto en esos aprietos, evitando, como es típico de él, dar respuesta.

Pero ésa no era una rueda de prensa. No era un ‘show comunal’. No era La Noche de RCN. Era una entrevista concertada con su jefe de prensa, que para desgracia del führer fue con alguien que quería que los colombianos resolvieran la duda reeleccionista. Uribe no esperaba encontrarse con un palaciego, pero tampoco con alguien que de entrada le preguntara eso y por tal su tono de respuesta y su expresión facial lo decían todo.

Nerviosamente pidió otra pregunta, pero su origen paisa tenía que salir a flote y lo enfrentó con el pobre argumento de que debía conocer la historia de Argentina y tan amenazante como sus amigos ‘narcos’ de aquella época ochentera le pidió que “dejara tranquilita la democracia colombiana”.

Y de ahí para adelante, ya lo podrán ver en vídeo, (http://www.bbc.co.uk/mundo/america_latina/2009/05/090504_1210_uribe_entrevista_jm.shtml) Uribe no dejó de sudar en su frente. Por ira, por desespero, buscando a quién sabe quien lo salvara de estar en esa silla en esa entrevista y de frente al periodista con una mirada que sólo denota odio y lo que de ahí para arriba éste conlleva.  

Muy seguramente “le quería dar en la cara, marica” y aunque no lo dijo, sí lo habrá pensado. Y no fue necesario que lo expresara, pues a los que no estamos vendados con el ‘mesianismo’ del dios barato de la mano dura, nos quedó la sensación de que eso quería hacer.

El ‘Urimori’ no quisiera vivir sin prensa en su gobierno, pues la mayoría de ésta está a sus pies. Pero a los representantes del periodismo verdadero: los críticos, los cuestionadores, los que buscan la verdad, los que quieren el pluralismo, los que defiende los intereses de los que no tienen voz, a esos periodistas son a los que Uribe odia.

LEER//PARA CONOCER A NUESTRO PRESIDENTE


La biografía no autorizada del aparentemente sempiterno presidente de Colombia, Álvaro 

Uribe Vélez.

A pesar de haber padecido a un Gaviria, un Samper o un Pastrana y yendo lejos, hacia el 

Norte, a dos Bush; esta joya política resultó ser el más cercano a los criminales paisas.

 

Aquí está completa, esta biografía, que todo colombiano debiera leer para conocer quién está 

en el solio de Bolívar, en la Casa de Antonio Nariño. Y asegurar con argumentos para no votar 

por él para que sea presidente un cuatrienio más.

http://resistir.info/colombia/biografia_auv.pdf


OPINIÓN// EL PELIGROSO CONTRATO. Y NO ES EL DE LA ZONA FRANCA.


Cuando se confeccionó el escudo nacional de la República de Colombia, ése otro símbolo patrio, se le envolvió al cóndor de los andes una cinta muy diciente: “Libertad y Orden”, muy seguramente los dos más grandes deseos de la recién independizada nación.

Las dos parecieran ser palabras obvias: la primera como la ansia de unos criollos por la libertad de los chapetones y la segunda como guía para formar un gran Estado.

Sin embargo, parece que desde el principio, el autoritarismo estatal de estos  países de joven ‘democracia’ (como los latinoamericanos) terminó dándole cabida al orden sobre la libertad. Y los gobernantes, tratando de establecer su propio Estado soberano, se valieron de las cartas magnas para monopolizar el poder (dictaduras) o ‘duopolizarlo’ (como el flamante Frente Nacional de Colombia) para así establecer unas seudo democracias.

Y al ocaso del siglo XX, el siglo de la consolidación de los Estados en el mundo, las democracias latinoamericanas, salvo algunos casos, siguieron siendo frágiles modelos que caudillistas y populistas podían permear. Pero en Colombia, no.

En Colombia no pasaba eso: ya habíamos salido de esa vergonzosa repartición burocrática entre conservadores y liberales, nacía una nueva constitución y aunque sufríamos el yugo del narco-terrorismo, parecíamos tener la fortaleza y a la vez el suficiente temor, para decirle no a la perpetuidad en el poder de un sujeto, con lo que garantizábamos la lejanía de las dictaduras y mal que bien manteníamos nuestra libertad.

Sin embargo, fue en 2002, cuando esos mismos narco-terroristas (las Farc) eligieron –aumentándole ese tímido 3% en las encuestas que tenía, con intentos de atentados para matarlo – a Álvaro Uribe, el ‘dios de la mano dura’ que nos salvaría del gran mal. Las Farc no dejaron sin más salida a los colombianos que votar por quien estaba dispuesto a acabarlos.

Colombia firmó el contrato con el señor Uribe. Algo así como que “si usted acaba con los revoltosos que están desangrando el país, nosotros le entregamos todas nuestras libertades, inicialmente por 4 años.”

Parece exageradamente hobbesiana esa concepción de lo que ha pasado en Colombia en estos últimos siete años, pero la teórica política del siglo XIX cada vez es más cercana a la realidad nuestra del siglo XXI.

En la punta de Suramérica parece que el lado izquierdo del cóndor (muy diciente por cierto eso del lado) que reza “Libertad”, se hubiera tachado o se esté queriendo tachar (ojalá no lo hayan logrado completamente) para mantener una idea ‘uribiana.’

Una idea escondida en el discurso teórico-práctico llamado Seguridad Democrática, por el cual se busca alargar ese contrato que ya extendimos en 2006 hasta el próximo año y que sería perjudicial prolongar otros cuatro años más. Lo peor de todo es que el cóndor del escudo sabe lo que quiere y no deja de mirar el lado de la Libertad, aunque muchos uribianos deseen cortar ese pedazo de la cinta amarilla.