AUTÓNOMA EN LAS TABLAS
FESTIVAL DE TEATRO DE MANIZALES
En medio de las montañas de Medellín, en esa hoja doblada que es como describen muchos su topografía, se ha vivido uno de los mayores conflictos de la violencia colombiana. La capital de Antioquia ha vivido inmersa continuamente en una guerra interna entre sus coterráneos, marcada por intereses que no les incumben a ellos, pero que terminan adoptando por simple necesidad.
En los años 1980 con Pablo Escobar, los medellinenses se entregaron a su red de sicarios a cambio de vivienda y en las últimas décadas los rezagos que dejó el narcotraficante mantuvieron la escalada de asesinatos en la que por una época se consideró la ciudad más violenta del mundo.
Hoy Medellín aún mantiene esa guerra entre comunas y las desmanteladas bandas de La Terraza y los miembros de la Oficina de Envigado conservan su campo de acción en algunos sectores de la Ciudad. Sin embargo, el panorama ha conseguido algún cambio de ese caos de hace 25 años.
Durante la Feria del Libro que acabó de pasar en Manizales hubo espacio para discutir ese papel que la cultura desempeñó en la resolución de conflictos de la capital de Antioquia. Luis Miguel Usuga, secretario de cultura ciudadana de Medellín, expuso el llamado modelo cultural de esa urbe o, como él prefiere llamarlo, proceso cultural de la Ciudad, pues todavía está en curso y aunque es una base que han adoptado otras ciudades del mundo en conflicto, prefiere evitar el rótulo de modelo.
La mezcla de dos elementos que los gobiernos consideraban poco trascendentes, fueron la clave para el renacimiento social de una buena parte de Medellín: educación y cultura. “Cuando el representante de la cultura no había tenido cercanía alguna con el alcalde, durante la alcaldía de Fajardo esa barrera se rompió y por primera vez la cultura alcanzó un 5% del presupuesto general” recuerda Usuga, quien ahora hace parte del gabinete de Alonso Salazar, copartidario del ex alcalde.
Sin embargo, ese proceso inició sin necesidad de una intervención estatal o más bien con el rechazo de entidades como la Consejería Presidencial para Medellín, que en 1993 no aprobó un proyecto denominado Barrio Comparsa, que venía realizando su trabajo desde 1990.
Barrio Comparsa es hoy después de casi 20 años de su inicio, la expresión más importante de convivencia entre comunidades de Medellín, que por motivos ajenos a ellas han estado en medio de una violencia que en ocasiones ni entienden. “La ventaja de la labor del artista es que así realice sus expresiones en comunidades ‘enemigas’, va ser respetado por lo que simboliza” cuenta el urbanista Alejandro Echeverri, invitado al conversatorio, en medio de elogios por la labor de Fajardo.
“No queremos una ciudad enrejada, sino más relajada” pregonaban los miembros de este movimiento cultural fundado por Fernando García o ‘El Gordo’, como lo conocen sus más cercanos colaboradores en Medellín. La consigna iba más allá de simples palabras, pues eran épocas en las que Pablo Escobar imponía el toque de queda en la Ciudad a las 9 de la noche. A pesar de esto, los paisas respondían a las primeras exitosas iniciativas de cultura.
“En ese entonces el Teatro Matacandelas programó funciones a las 12 de la noche y la presencia era masiva” dice Usuga, remembrando esas épocas en las que realizaba su trabajo cultural en varios ONG.
Y hoy, faltando un años para que termine su labor como secretario de cultura de la Ciudad, Luis Miguel Usuga encamina su trabajo a dos ejes principales con las comunidades más vulnerables por la violencia de Medellín. El primero es el acceso a las expresiones culturales que se realizan por toda la Capital, “hay que desmitificar que sólo los más adinerados pueden vivir ese tipo de representaciones”.
Su segundo papel, es mantener la convivencia a través redes de artes, como la música. “El ex presidente Uribe decía que quien empuña un instrumento, jamás empuñará un arma…yo no diría que es tan absoluto, pero nosotros con estadísticas lo hemos demostrado” asegura el canoso Usuga en la Universidad de Caldas.
En cuanto a Manizales, está seguro que es referente cultural y que eventos como el Festival tienen eco en todo el país. “Aquí están más tranquilos, no tienen ese peso de la violencia y cuentan con un gran apoyo de la academia”.
Aunque hay que tener en cuenta lo que Octavio Arbeláez manifestó en el conversatorio antes de la intervención de Usuga. “Allá nombran gente de la cultura, para que administren la cultura”, punto débil que quizá tenga una ciudad como Manizales, marcada por mala fama de gobernantes y excesiva burocracia política.