miércoles, 25 de febrero de 2009

OPINIÓN//EL PAÍS SIN MEMORIA NO APRENDE

Ya se ha hecho alusión a la marcada y evidente polarización política que se vive en Colombia, y en otro escrito afirmaba “hoy en Colombia existe cierta dualidad (ya no conservadora ni liberal), en la que nos ponen a los ciudadanos  entre la espada y la pared: o usted es uribista (lo tachan de paramilitar) o usted es del polo o de izquierda (y lo tachan de guerrillero).”

Al reproducir esa cita, es necesario exponer la sentencia que en ocasiones hasta se toma en broma: que Colombia es un país sin memoria. Evidentemente así es.

Y lo es porque repetimos los errores que nos costaron tantas vidas y tanto retraso en el siglo XX. La dualidad que vivía el país entre el Partido Conservador y el Liberal causó que los colombianos se mataran por muchos años por defender las consignas de ambas colectividades que, a fin de cuentas, sólo cumplían con el objetivo de enriquecer a sus dirigentes (provenientes en la mayoría de casos de las élites).

Ahora es cuando se ve que nuestro tortuoso pasado no ha servido para que el país madure. La profunda, pero dañina división en el país se ha mantenido desde el inicio de la república con los federalistas y centralistas y lo que ocurrió después, literalmente, es historia patria.   

Pero la situación actual, de la que muchos no se percatan, puede alcanzar niveles preocupantes para nuestra sociedad en los próximos años, tal como lo fue la Violencia sufrida a mitad del siglo pasado. El hecho de que no se pueda sentar una opinión para denunciar a los guerrilleros (porque se es paramilitar) o denunciar a los paramilitares (porque se es guerrillero) tiene, lamentablemente, un interés político de por medio y es censurar las ideologías de los oponentes políticos a través de acusaciones infundadas.

Si bien es preocupante que se haya denominado “para-intelectuales” a todos aquellos intelectuales antioqueños (lagartos del gobierno, algunos de ellos)  que denuncian los vejámenes la guerrilla, también es reprochable la importancia que los medios le dan a las declaraciones del oblicuo consejero presidencial José Obdulio Gaviria, contra Iván Cepeda, cuando acusó a la marcha del 6 de marzo de ser obra guerrillera.

Hay que poner orden. Si bien Cepeda llamó la atención de los grupos paramilitares por sus crímenes, no por ello quiere decir que él haga parte de la guerrilla, ni que esté interesado en asesinar al señor Gaviria.

Colombia es un país básicamente extremista y emocional, donde se es blanco o se es negro, no hay posibilidades para grises.   

No es una sentencia definitiva, porque al fin y al cabo en Colombia si que impera esa concepción de que la verdad absoluta no existe; pero a los osados que se atreven a afirmar que el Polo Democrático tiene cercanos nexos con las Farc, se les olvida que actualmente la Corte Suprema de Justicia y la Fiscalía adelantan una larga investigación contra más de 20 congresistas, en su mayoría de partidos uribistas, por nexos con grupos paramilitares y que, hasta el momento, sobre el Polo no pesa ninguna denuncia sobre alguna relación con la guerrilla, aunque el Vicepresidente haya pronosticado que la “Farc-política” podría destaparse.

La última palabra no está dicha, Polo no es igual a guerrilla; ni urbisimo es igual a paramilitarismo (por lo menos no siempre). Acabar con esos extremismos puede ser la vía para encontrar una hermandad y una unión necesaria para un país en vía de desarrollo como Colombia.

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