Según los cálculos de los más optimistas uribistas y de los más pesimistas opositores; el referendo reeleccionista para buscar un tercer período del führer Álvaro Uribe (adjetivo del también ‘mesiánico’ Adolfo Hitler), se estaría votando en noviembre de este año.
Son muchas instancias las que debe pasar el polémico proyecto, que a la luz de la sentencia de la Corte Constitucional de 2005 no es procedente, pero frente a un “clamor del pueblo” parece cobrar validez.
Aparentemente sería difícil el camino para buscar la reelección el otro año, pero en nuestro país, en el de las dádivas gobiernistas, el de la compra del establecimiento, el de la manipulación de los poderes, es muy fácil conseguir la reelección en tres pasos.
El primero, ya logrado, conseguir que unos vendidos y poco prestigiosos senadores reparen el daño de un ‘furibista lagarto’, que en el afán de buscar firmas redactó mal la pregunta y condenó al führer a un período sin ser presidente. Este mes será ese proceso donde cambiarán las palabras “quien haya ejercido la presidencia dos veces” por “quien se haya presentado para la presidencia dos veces” que nos llevarían a otro cuatrienio consecutivo del paisa macho alfa en el poder.
El segundo paso, el más difícil aparentemente, y por el que ya están trabajando los más interesados reeleccionistas, es lograr que la Cámara, presidida por Germán Barón quien se opone ‘firmemente’ al proyecto, apruebe el cambio de palabras que implicaría la presencia de Uribe en las presidenciales no de 2014, sino del próximo año. Para que esto se cumpla están buscando sacar al representante Barón de la presidencia de esa corporación, tal vez a partir de un montaje, como lo sabe hacer muy bien el ‘furibismo’.
Pero si para desgracia de los reeleccionistas y fortuna de los demócratas, el error no se remedia y la pregunta insiste en el 2014, los lagartos palaciegos (enceguecidos por el Palacio de Gobierno) ya han pensado en enviar inmediatamente el proyecto a revisión de la Corte Constitucional, donde está el tercer paso para llegar a la consulta popular.
Un Corte que en 2005, de manos de otros magistrados, le dijo al país que aunque no veía reparos en el proyecto de cambio de ‘artículito’ de ese entonces, advirtió que una reelección por otro período no sería procedente. Aunque en la actualidad, muy seguramente los nuevos magistrados (elegidos por este gobierno) no recordarán ese episodio y le dirán al país que es procedente consultar al pueblo si quiere o no otra reelección.
Y ahí es donde por fin, ¡por fin!, entramos a participar los colombianos y no sólo una maraña de dirigentes. Es el cuarto paso, que para los asesores de Palacio puede ser tan fácil de lograr (manipulándonos desde El Tiempo, RCN y Caracol), donde la mitad de 7 millones, que deberán salir a votar, marquen Sí en los cubículos.
Aquí es donde yo confío en la grandeza de los colombianos, en pensar que es descabellado reelegir este régimen hobbesiano, que nos tiene enceguecido, donde entregamos nuestras libertades con el pretexto de acabar con una guerrilla, que al cabo de 7 años de crímenes de Estado, no han derrotado.
Es romántico pensar que todos vamos a pensar así el día de la elección, que vamos a ser racionales y no peligrosamente emocionales incitados por los manipulados medios masivos. Pero ante el peligro de esta indecisión ya surgió la gran duda: votar no o no votar en el referendo.
Y esto nos lleva a dos dilemas. En el primer caso estaríamos fijando nuestra voz al decir No, pero estaríamos dando votos (dentro de un censo que piensan reducir a favor del führer Uribe) para que la medida tenga validez y llegue a los 7 millones de electores.
Para el segundo escenario, sería antidemocrático no participar porque la abstención siempre es sinónimo de desidia, pero ante el peligro de validar esa peligrosa elección, uno lo piensa.
En todo caso, la mejor medida será irse en bloque, que las fuerzas de oposición se pongan de acuerdo para realizar una convocatoria nacional a la abstención o al No. Así, valdrían 3 pesos los pasos que de manera lagarta y comprada hubiera hecho la ‘Szhutz Staffel’ (escuadrilla de protección) del führer Álvaro Uribe, pues el pueblo le habría negado la perpetuidad.
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