viernes, 6 de noviembre de 2009

OPINIÓN//UNA LIBERTAD MENOS

El monstruoso artículito que le permitió la reelección al obtuso Uribe nos ha privado a los de mi generación de conocer otra alternativa de gobierno y por tal ha generado una peligrosa polarización entre gobiernistas y opositores que nos puede llevar a un colapso más allá de la sola intolerancia.

 Antes del régimen uribista, si bien las Farc estaban cerca de someter al país, había más libertades; y eso parece que a los colombianos les importa menos que lo que en la telenovela de la noche esté pasando.

 Jubilar la libertad de expresión parece la consigna de los uribistas en el país, desde las altas esferas de la Casa de Nariño, pasando por los gobernantes de provincia, hasta los los ‘uri-medios’.

 Empecemos con las joyitas. En un acto que quizá ya nadie recuerde (por aquello de la distracción creada en los medios) este gobierno le repartió a las facultades de periodismo del país un manual de redacción elaborado por funcionarios de la presidencia; en él quedaban plasmadas las “formas objetivas como los periodistas debían manejar la información”, como afirmó una de las redactores de esta perla.

 Pero en esta “buena intención” había un trasfondo, y era controlar los contenidos que los periodistas publican en los medios, para que fueran concordantes con el pensamiento del mesías presidente. Una forma muy disimulada y hasta culta de censura.

 No obstante, los atropellos continuaron, pero esta vez en la provincia. La doctrina uribista parece haber transcendido los corrillos bogotanos por cuenta de Jose Obdulio y ha llegado a personajes que por conveniencia, convicción, o por las dos, terminaron comulgando con este tipo de opresiones.

 Uno de esos borregos es Juan Manuel Llano, el ya odiado en Facebook alcalde de Manizales, quien vetó a Calle 13 para que asistiera a la Feria de la Ciudad por atreverse a decir una verdad incómoda. Y como la valentía no es de los uribistas, la única forma que encontró para decirlo fue un simplón comunicado en La Patria.

 Las formas de comunicación parecen calcadas en todos los fanáticos del régimen. Pues tan impersonal como el comunicado de la Alcaldía de Manizales (la ciudad a la que le cierran las puertas) fue la odiosa nota que escribió El Tiempo a su columnista Claudia López para despedirla en público, sin previo aviso.

 Pero qué más se podía esperar de este ‘uri-medio’ sesgado por una extraña y nociva combinación de intereses económicos y políticos. La voz y pluma agudas de Claudia López para cuestionar la falta de equilibrio en el diario de los Santos, no cayó bien entre los socios: aspirante a canal y candidato uribista. La ambición de dinero y poder corrompió al otrora periódico serio y objetivo (aunque siempre gobiernista) y lo llevó a cometer la mayor ridiculez de su historia.

Censurar a la columnista más influyente en las esferas políticas (según encuesta de la Silla Vacía.com) y una de las pocas voces divergentes que aún quedaban en el diario, es enrolar al periódico hacia una parcialización política que lo único que generará es una creciente pérdida de credibilidad. Señores de El Tiempo, no sean cobardes, y a la par con este gobierno de las no-libertades, muéstrennos sin tapujos su ideología manifiesta y de paso su desprecio por la libertad de expresión.   


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