“Y el rancho ardiendo…” reza uno de los tantos dichos populares que los hispanos nos hemos sabido inventar. Eso es lo que está pasando en este inicio de década con los gobiernos neopopulistas de Latinoamérica; de Venezuela y Colombia.
La corruptela y círculo burocrático en que se convirtió el otrora prometedor socialismo del siglo XXI de Chávez vive la crisis más asidua justo cuando se celebraban 11 años de revolución bolivariana. Crisis energética, economía aterradora, inseguridad y prensa en peligro, son los males que tienen al coronel en su laberinto por estos días.
La imagen de líder independiente contra gringo que generaba respeto y mucho interés, desapareció con tanta diplomacia de micrófono mientras el universo de su nación se iba cayendo en pedazos hasta llegar a lo que está ahora.
No hay que pensar como el monotemático Bayly para darse cuenta que es risible su discurso de que durará 11 años más en el poder, así lo haga para disimular ese castillo de naipes en el que se convirtió su régimen.
Pero me dejo de intromisiones transnacionales. El dictadorcillo camuflado de acá también parece estar en las últimas, o eso fue lo que los agitados hechos de la semana anterior nos hicieron pensar. El optimismo me dice que el oscurantismo del ‘Uribestiario’ está próximo a terminar, aunque el odioso realismo me diga que a esa mala yerba todavía le falta para morir.
Aunque la debacle del régimen esta semana, anima. La agonía final del ‘referendo de Barrabás’ genera esperanzas para pensar que en agosto terminará esta pesadilla que ya completa 8 años, desde cuando este amigo de los para-políticos llegó al poder.
La demostración atroz de que los Derechos Humanos son una burla y se estropean en Colombia más que en la mayoría de países de la región y el hecho de que la excusa para violarlos –la dichosa seguridad ‘democrática’– esté débil en las ciudades y en declive según el estudio de León Valencia, es una muestra más de que la inmensa mayoría, el llamado Estado de Opinión, que eligió a Uribe, cometió el equívoco anti democrático más dañino en los últimos años para Colombia.
Y al rancho no llegaron los bomberos, porque este gobierno sigue ardiendo. La precaria justicia social del ‘corazón pequeño’ de Uribe quedó demostrada de nuevo con el fracaso de su política de salud, pues eso fue lo que se comprobó con los decretos de emergencia social. Haber vuelto la salud un negocio y liberar casi por completo al Estado de esa obligación generó unos mandatos de Palacio que parecen los asesinos intelectuales de los enfermos.
Uribe está desacreditado y en busca del lacayo a quien mostrarle el guiño, ya que por buen oficio de la Corte Constitucional es posible que no sea candidato este año. Y mientras hace eso, las mentes pensantes e independientes lo seguirán cuestionando fuertemente al igual que lo hicieron en la Universidad Jorge Tadeo, donde con inteligentes argumentos sentenciaron lo ilegítimo de su gobierno y de quienes lo presiden. No importa que ciegamente la revista Semana haya dicho que salió airoso.
Como en el pasado. Hay que aprovechar estos momentos de efervescencia y calor y de crisis de las ‘uribestias’, para arrebatarle a esa mafia política el mandato sobre nosotros. 200 años después llegó el momento de una nueva liberación.
PRIMER BROCHE: En Venezuela hay censura. En Colombia autocensura, ¡qué desdicha! Con la muerte de Cambio no quedan dudas de que el sanedrín del Uribismo sigue ‘sugiriendo’ callar la boca de las voces divergentes. Que se prepare el Noticiero NP&.
SEGUNDO BROCHE: No quisiera que el Senado dañe a Felipe Zuleta.
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