miércoles, 6 de octubre de 2010

SIN LÍMITES ¿QUÉ MODELO?

Despreciar el proteccionismo y abrirse a los mercados mundiales con la idea neoliberal de globalización económica fue el discurso recurrente y que había logrado un éxito inconmensurable durante las últimas décadas del siglo XX, luego de que el capitalismo se impusiera sobre su némesis.

Las lógicas de los mercados bursátiles se acentuaron y el capitalismo salvaje empezó a regir en una economía en la que empezó a importar la consecución de riquezas sobre todas las éticas, principios y legislaciones; donde el Estado, catalogado de ineficiente y hasta estorboso, se convertía sólo en simple espectador de los actos de grande magnates y grupos económicos que por sí solos superaban el PIB de varias decenas de países en el mundo.

Pero el frenético modelo que en menos de dos décadas concentró incontables capitales, creó productos y modos de consumo por doquier; tuvo sus honras fúnebres en el septiembre negro de hace dos años, cuando el pánico rodeó a Wall Street con la quiebra de varias legendarias entidades financieras.

El cuento mágico de las hipotecas sin límites, de negociar con el dinero de los contribuyentes a través de fondos y otras inversiones y asignar créditos sin responsabilidad alguna, acabó con la caída de los precios de activos sobrevalorados. Por esta misma época en 2008, llegó el crash (estallido) definitivo a una economía que se había convertido más que peligrosamente especulativa, ficticia.

Los que miraban al Estado por encima del hombro y creían que su papel se había convertido en el de las arcaicas monarquías, tuvieron que ver cómo el gobierno de Bush nacionalizaba bancos, capitalizaba otros e inyectaba capital a la economía estadounidense para salvarla de un colapso mayor. La esfera pública le tuvo que poner reglas a la privada.

De eso ya van dos años y aunque muchos abogaron por un nuevo modelo económico que le pusiera fin a la desmedida acción del capitalismo salvaje, no hay muchos avances, pues los intereses del dinero que está en juego priman sobre el aparato estatal.

La soberanía se ha visto en detrimento por la superioridad de las multinacionales y los gigantescos grupos económicos frente a las ramas del poder público. Comprar leyes, justicia y a un presidente, puede ser la mejor herramienta para que esta práctica del libertinaje de mercado siga haciendo carrera.

Basta de imposiciones económicas al Estado. Que las EPS suministren los servicios de salud a los que están obligadas; que los bancos no sigan presionando para que las reformas tributarias los favorezcan y que los grandes capitalistas no soliciten más exenciones de impuestos sin sentido alguno. El Estado no es un pelele y las reglas son la clave para que no haya más crashque nos tomen por sorpresa.

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